Hace más de dos años que asisto a un taller de escritura con la escritora de Sant Feliu de Codines Gemma Minguillón. Aquí pondré los relatos que salen de ese taller.

SOÑAR

Hoy he soñado contigo. y no estabas bien, de hecho las últimas veces que te he soñado siempre ha sido porque tu vida se te hundía de alguna manera. Sí, ya sé que no tengo ningún derecho a soñar contigo después de diez años de no tener noticias la una de la otra. Si exceptuamos aquel correo que me enviaste una vez diciendo que habías encontrado a Dios y que las dos nos merecíamos el perdón de una vez. Creo que Dios también te duró poco porque nunca más has hecho el intento de contactar conmigo. 

Y sí, tienes razón de que yo tampoco lo he intentado, pero no soy yo quien cambia de correo o de número de teléfono con frecuencia para que no me encuentren. Tu tía siempre lo decía, sola está quien sola quiere estar. Pero tú tampoco tienes ningún derecho en presentarte en mis sueños con tu cara pálida por el sufrimiento, negándote a hablar conmigo y dejando que yo te persiga por todos sitios suplicándote para que me dejes ayudarte. 

Como tampoco tenías ningún derecho a presentarte en mi vida y marcharte a los pocos meses sin ninguna explicación, porque yo sí que te necesitaba y mucho. Me sentía sola, incomprendida, rota y cuando te presentabas en casa volvía a reír con todas mis fuerzas y tenía ganas de hablar, de explicar cada cosa que me pasaba por la cabeza sin que nadie me mandase callar. Eras mi tabla de salvación. 

No, no puedo reprocharte tus ausencias ni tus vueltas para explicarme que habías conocido nuevos amigos y que eran maravillosos. Eso me hacía sentir aún peor porque yo no lo era. Solo era una niña solitaria con más castigo psicológico que físico. 

Pero, pero... me alegro tanto de haberte conocido, de haber compartido tantas cosas contigo, tantos secretos que nos llevaremos a la tumba, tantas noche hablando hasta la madrugada de las estrellas, buscando planetas en cada universo. Que es por eso que cada vez que te sueño algo dentro de mí se encoge de pena, sé que lo estás pasando mal y nada puedo hacer por ayudarte aunque te suplique que confíes en mi, que me dejes darte la mano para salir de allí donde estés, que te devuelva todo lo que me has dado. Al final del sueño, cuando ya lo había intentado todo para que volvieras a confiar en mi y ya me iba por tus ácidas palabras escuché tu voz que me decía : Espera! Y fue ahí cuando me desperté.

No hay comentarios:

Entradas populares

Vistas de página en total

CONTADOR


contador de visitas